miércoles, 28 de julio de 2010

2. Ana

Tengo 88 años y a mis espaldas hay un desconocido. Este es el cuarto verano que ando en silla de ruedas. Me pasea y no recuerdo el nombre de quien me empuja, por eso no hablamos. En la calle me encuentro con mi hijo. Se alegra de verme, habla amistosamente con él, no sé lo que dicen pero sé que hablan de mí. Mi hijo me pregunta y le sonrío. Llevo una camisa de manga larga que oculta el moratón que me hizo ayer mi canguro al sacarme bruscamente de la bañera, no fue sin querer pero prefiero callar para que mi hijo no se enfade.
Llevo meses tratando de convencerle de que me aloje en la residencia de nuestro Sagrado Corazón de Jesús. Él me lo niega porque no consiente que su padre viva de limosnas. Lo que no me atrevo a confesarle es que allí vive Ana, la mujer que amo en secreto desde hace 15 años y que no es su madre. Hoy Ana cumple 89 y va quedando poco para poder cumplir el sueño de morir juntos.
Me duele el brazo pero sonrío, ayudará a que mi hijo supere la tristeza de su reciente divorcio. Quiero hacerle feliz.


Salud.

10 comentarios:

  1. Comunicación. El mal siempre es la falta de comunicación. También en este caso.

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  2. Cubrir expectativas ajenas sin cubrir las propias. Duro, más si se produce al final.

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  3. Se te ha añorado. A los blogs les faltaba tu compañia y el cariño de tus palabras.
    Un beso de bienvenida.

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  4. cuantas personas con vidas llenas de histórias ocultas se abandonan al triste final sin importarles ya nada...Cuantos libros podríamos escribir de esos ancianos callados...espero que cuando yo llegue a esas edades me de por hablar todo el dia sin parar para que todo el mundo sepa que yo tuve una VIDA.

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  5. Mi madre, 81 años, esta mañana. Se iba toda peripuesta ella a la peluqueria cuando ha oido un griterio en la escalera. Una de nuestras vecinas, bajaba con su madre, algo mayor que la mía, para llevarla quizás al médico. Delante de mi madre gritaba a la suya y llegaba al extremo de zarandearla y desearle la muerte de palabra. Mi madre, 81 años, le ha recriminado la acción y se ha ido con el corazón encogido. Nunca es tarde para nada, para vivir, para denunciar, para decirle a un hijo que uno aún desea ser feliz y que puede conseguirlo, para decirle que Ana le espera y que a ese sin nombre que le den.

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  6. Me calma pensar, muchas veces, que con la edad las ablaciones sentimentales, miedos a expresar amor, se pierden. Me duele entreveer que no siempre es así.

    Abrazos

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  7. Morir juntos es poco consuelo después de toda una vida queriendo vivir con ella, pero la eternidad junto a su amor queda garantizada.

    Es un texto duro, pero tan real como la vida misma.

    Salud-os.

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  8. muy duro. sobre todo para los que hemos hecho del tiempo un factor de riesgo y al mismo tiemo de deleite. esta historia merece mas lineas, es demasiado rica en matices. un beso, corazon.

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  9. Hacer inconsumable un amor que dura 15 años llega casi a la categoría de delito.

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