lunes, 27 de septiembre de 2010

7. Lo físico

-Hola Sagitario
-Hola
-Te oí por la radio
-Cometí el error de dar mi número en antena
-¿Por?
-No paran de llamarme
-¿Y?
-Me piden sexo
-Me llamo Santiago y busco matrimonio
-Entonces seguimos…

Hasta las siete de la mañana. Ese fue el comienzo de los cuatro largos meses en los que Nuria, soltera sagitario, se negaba a una cita mientras Santiago no cesaba de llamarla porque no quería dejar escapar a la mujer de su vida, título que le otorgó a partir de la segunda llamada.
Santiago escuchaba su voz con devoción y ojos cerrados. Ese bálsamo de belleza susurrada le tenía amorosamente envenenado, tal y como le hubiese ocurrido a cualquiera que hubiese caído en las redes de sus cuerdas vocales. Santiago hablaba poco o menos, tan sólo quería oírla, decir sí a todas sus premisas hasta conseguir que su voz se tornara melosa, sabia y dulce para derramarse a solas, excitado por sus timbres, sin atreverse a gemir por temor a rozarla.

Cuatro meses más tarde de tan arrebatadores encuentros Nuria aceptó la inevitable quedada. Se citaron en la puerta del Café Gijón para emular a los poetas que a lo largo de la historia se habían enamorado a versos.
Santiago llegó primero y aguardó en el coche. A los tres minutos apareció la mujer de su vida, vestida, tras lo acordado, de blanco, con libro en la izquierda y flor en el pelo. Santiago arrancó el motor. Nuria miró. Se miraron. Aceleró y se marchó dejando de mirar. Ella, con la misma ternura con la que le amó por teléfono, le despidió con su mano.
Adiós amor, otro adiós en las espaldas. Susurró en do melancólicamente menor.

Santiago lloraba al volante mientras se insultaba por haber despreciado de tan abrupta manera el cuerpo donde habitaba la voz de todos sus deseos. Sintiéndose villano de cine una amarga mueca se le instaló en la cara.

Nuria, inagotable al desaliento, se ilusionó con un nuevo cambio de estilo. Apagó su voz como primer plato y editó un perfil sencillo y descriptivo en una página de contactos. Un par de fotos y una frase firme como único reclamo:
Nuria. Soltera, sagitario y enana. ¿Hablamos?


Salud.

12 comentarios:

  1. Es tonto Santiago... ha dejado pasar a la mujer de su vida porque es enana...

    Qué fuerte

    Besicos

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  2. Al teléfono le pasa como a internet: los contactos a ciegas nos muestran -salvo estafa- eso que llamamos belleza interior
    ...pero estamos educados para otra cosa.

    Saludos

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  3. Me ha gustado.
    Santiago se enamoró de una voz. Tendría que haberle dado una oportunidad. Quizá hubiera encontrado lo que buscaba.
    Tengo un cuento con el mismo tema, otra visión, esta con final feliz:
    http://elenaazcarate.wordpress.com/2010/05/05/el-internauta/
    A ver que te parece.

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  4. Describes en este relato la realidad del mundo que nos rodea. Tal vez llegamos a amar, lo que nosotros llamamos amor en realidad no es tal. Nos enamoramos de la voz, nos enamoramos de las palabras escritas, pero también del fisico, de la apariencia y ahí es dónde el amor pierde el sentido... hoy en día el amor es apariencia.

    ¿Por qué digo esto? porque pasa, porque lo veo y porque lo vivo...

    Abrazos...

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  5. Moraleja: no dejes nunca que nadie se enamore de tu voz, al menos, solo de tu voz. Es un arma muy poderosa pero muy difícil de usar.

    Me gusta hoy especialmente tu relato, que manía tenemos de olvidar que una persona es eso, una persona y lo demás son accesorios más o menos propios, más o menos atrayentes, más o menos.

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  6. Me gusta la historia. Es como si te enamoraaras de una voz, algo que pasa mucho en la radio. Cuando conoces al locutor o locutora suele decepcionar. Un saludo.

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  7. Me ha encantado leerlo aunque anoche me destripaste el final....besos

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  8. te sigo leyendo aunque siga siendo un poco perro a la hora de publicar y contestar. Con respecto a la playa acertastes!
    un abrazo.
    Pablo.

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  9. Un cuento genial, Juan. Lo físico importa, pero también hay que saber escuchar las voces.

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  10. Genial. Encandilarse de una voz es fácil,aunque creo que Santiago fue el que no estuvo a la altura, seguro que se perdió una gran conversación.
    Besos

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  11. Etiquetar a la mujer de tu vida en una segunda llamada (o en una segunda cita) no deja de ser precipitado, no obstante.

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