Maldita
madrugada que me dejó sin tus besos.
Aquella
noche en la que nos dijimos barbaridades a ritmo de coca-cola, con la misma
efervescencia con la que una hora antes nos habíamos comido los sesos, el sexo. Pero te fuiste, sin mí y sin ti. A
solas con un montón de verbos deshabitados, pronombres mal puestos y acentos
colocados tan sólo en los reproches…
como si toda la casa se hubiera derrumbado en ese último y cabrón cuarto
de hora.
Once
años no son nada cuando el desamor cierra la puerta, abre el pecho y el corazón
se derrama. Nada, no son nada.
Salud.
pfff!!! sobran minutos!!!!
ResponderEliminarExcelente, Juan.
ResponderEliminarRaúl
El alma difusa
No son nada, no. Y a veces esa nada se hace eterna.
ResponderEliminarUfff... pero si 11 años son casi media vida...
ResponderEliminarBienvenido ...bienvuelto
:)
Quién dice que no se puede parar el tiempo? Que le pregunten a la madrugada!
ResponderEliminarQuerido, un b e s o
Si es que la cocacola es muy mala... para el seso, digo...
ResponderEliminarBesicos
Oye, ¿tú eres Juanma, "mi" Juanma de siempre? Ay, qu´alegría me ha dado verte por ahí, aunque no haya sido por aquí... en fin. Igual es todo una ilusión.
ResponderEliminarMuy lindo el texto, a pesar de su amargura.
Un beso,
Estás en una fase creativa envidiable, Juan. Envidiable en el buen sentido de la palabra. Chapeu!
ResponderEliminarnada nada... a veces once años, son un hijo o más...
ResponderEliminarbiquiños,
El dolor que se extiende hasta el infinito en este micro.
ResponderEliminarMuy bueno.
Me he enamorado de todas estas palabras. De la misma que alguna vez me enamoré de alguien y despues terminamos así, en una casa que se nos derrumbó de repente y palabras que nadie recuerda pero todavía nos sangran.
ResponderEliminarMe encantó, gracias por tus palabras :)
Te sigo porque espero leer mucha mas literatura como esta. Y que me duela y me enamore a la vez.