Luis llega a casa muy de madrugada y al abrir el portón añejo del portal se atemoriza porque el cuerpo de un hombre se extiende sobre los tres escalones de bienvenida. Le atraviesa de una zancada y él le toca el pie derecho. Luis grita. Le pide que no se asuste y lloriquea al contarle que su mujer le ha echado de casa porque es un borracho de mierda. Luis le dice tengo prisa tengo prisa tengo prisa mientras sube acelerado las escaleras con un nudo en el estómago y otro en la cabeza. Antes de abrir la puerta de su casa cotillea, sigilosamente, como una valiente vecina armada con una escoba barre al intruso. Aquí no queremos basura, largo. Le grita, se va y un asqueroso silencio se instala en todo el edificio.
Salud.
Muy bueno, Juanma.
ResponderEliminarJuas.
ResponderEliminarQué bueno.
Me recuerda a Pedro Picapiedra golpeando aquella puerta (en los dibus no nos lo mostraban perjudicado, sino que se quedaba fuera tras sacar al gato):
- Wilmaaaa, ábreme la puertaaaa
Pero Wilma no le abría.
No digo nada, porque yo fui la mujer que le echo de casa por ser un borracho de mierda. Todo tiene un límite, por supuesto el amor, también la compasión.
ResponderEliminarEs que hay formas y formas de barrer la basura... algunas veces no queda más remedio pero...
ResponderEliminarBesicos
Me pregunto si este tipo de basura es reciclable, y sobre todo, cómo se recicla.
ResponderEliminarA veces la verdadera basura es el silencio, porque suele ser la nada.
ResponderEliminarse cree que barriendo la "basura" del portal se le va a quedar limpita la vida... así somos.
ResponderEliminarun beso, corazón.
antonia
Uff, Juanma, qué fuerte.
ResponderEliminarEn la televisión siempre pasan informes sobre gente que vive en la calle. Se supone que son informes serios, para mostrarte "la realidad", pero a mí me parecen una función de circo. Como si los productores dijeran "vamos a hacer un informe sensible y demagogo sobre esta gente".
Al leer tu texto recordé eso.
Un abrazo.
Está en su mano aquello de reciclarse.
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